Esta noble doncella, cristiana desde su niñez y emparentada con la familia imperial, había nacido en Ostia. Cuando se declaró la persecución del emperador Claudio II, en el 269, la encerraron en la cárcel sin comida ni bebida y al verla debilitada la llevaron ante el tribunal del emperador. Este intentó ganarla con halagos y reflexiones, pero si el cuerpo estaba debilitado, la voluntad se mantenía fuerte en la fe. Decía: “He jurado amor eterno a Jesucristo, mi Esposo, y nadie ni nada podrá apartarme de él”. Fue atormentada con crueldad. Finalmente, le ataron una gran piedra al cuello y fue arrojada al mar.
Create your
podcast in
minutes
It is Free