Cuenta la leyenda que en tiempos del Papa Liberio, a mediados del siglo IV, vivía en Roma una familia noble y muy rica, que entregaba grandes limosnas para los pobres. Los esposos deseaban emplear sus riquezas en aquello que más agradase a la Virgen Santísima y a su Hijo. Y le rogaron que se lo inspirase. La Virgen se les manifestó en sueños, indicándoles que deseaba que levantasen un templo en su honor en el lugar que ella les indicase. Debían edificarlo sobre el Monte Esquilino y en aquella parte donde apareciera todo nevado. Los dos esposos se dirigieron para contarle la visión al Papa Liberio, que había tenido la misma visión que ellos. El Sumo Pontífice organizó una Procesión hasta el lugar cubierto de nieve blanquísima, donde, se levantaría una magnífica Basílica en honor de Santa María.
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