En esta meditación Abelardo de Armas dice que todo el gozo de la resurrección nace en nosotros de que el Padre de los cielos ha aceptado la Víctima. He ahí que Jesucristo ha tomado todo el pecado humano, lo ha puesto sobre Sí, se ha hecho pecado el que no era pecado, y se ha inmolado al Padre. Y como en esa víctima están mis pecados, han resucitado también mis miserias.
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